Tuesday, April 28, 2015

Rumi de la Rocha sobre AUSTIN, TEXAS 1979

Quienes seguimos el muro de Rumi de la Rocha estamos acostumbrados a su escritura siempre lúcida y afilada. Aunque no lo conozco personalmente, y ni siquiera hemos intercambiado mensajes por privado, siguiendo sus posts he descubierto, por ejemplo, películas excelentes a las que de otra manera quizá nunca hubiera llegado. Rumi es una de esas poquísimas personas a las que, incluso sin conocerlas, incluso cuando no escriban desde un espacio “oficial”, uno siempre les cree. Por todo eso es una satisfacción especial que AUSTIN, TEXAS 1979 haya volado hasta Praga para encontrarse con ese cinéfilo y lector de lujo, que ha escrito un largo comentario con emoción e inteligencia (“amo la literatura pero son pocas las páginas que han logrado erizarme los pelos de la emoción”), esa mezcla con la que siempre quisiéramos encontrarnos los escritores. Comparto aquí su texto y quedo muy agradecido.

“Hace poco me llegó a Praga la novela de Francisco Ángeles “Austin, Texas 1979". Tenía muchas expectativas con este libro, cómo no tenerlas cuando las reseñas y críticas han sido unánimes en los elogios, y la verdad es que esas expectativas no solo se vieron satisfechas sino que la novela resultó ser mucho más de lo que esperaba y por eso la comento aquí. No suelo leer muchas reseñas antes de abordar un libro para evitar una lectura "contaminada", me basta leer un par de textos o comentarios de críticos que son referentes pero sí sabía que la gran mayoría era muy favorable. Me gusta la brevedad lo cual no quita que a menudo disfrute de novelas muy largas en donde pasa y se dice mucho pero a veces hay obras en las que sentimos que hay bastante que está de más y otras que en su brevedad dicen mucho más que obras extensas. Es el caso de esta novela de 130 páginas que es en realidad de largo aliento pero no por su extensión sino por su intensidad. Se trata de una lectura que engancha desde sus primeras líneas y no te abandona hasta el final y que concluida se queda rondando en tu mente y que (al menos en mi caso y no se me ocurre mejor elogio) uno quisiera volver a leer. No es una novela en la que pasen muchas cosas pero la forma en que las pocas cosas que suceden son narradas es lo que a mí me enganchó, el autor se detiene y se explaya en detalles como ese momento en que el padre del narrador le devuelve el lápiz a Alessa, historia en torno a la cual gira toda la novela y que se cuenta en la segunda parte, un acto aparentemente trivial y anodino pero cargado de una gran intensidad y que tiene una cualidad que podríamos llamar cinematográfica y cuyo equivalente sería el plano detalle y el ralentí. Otro recurso que me pareció de lo más logrado en la novela es el desfase en la perspectiva, en la primera parte por ejemplo vemos cómo ese narrador-personaje abúlico se ve arrastrado a una situación de la que no parece participar más que como frío observador de algo que no deja de ser por ello intenso, descripciones de procesos fisiológicos como la alimentación o relaciones sexuales: "Adormecido, como en un sueño, estremecido por el suave contacto, sin ser plenamente consciente de lo que está pasando, poco después escucho mi propia voz que anuncia a gritos una reacción del cuerpo a algo extremadamente satisfactorio a lo que está siendo sometido". En la tercera parte sucede también algo similar: "Me acerqué al conejo y lo levanté del suelo. Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas y tuve la impresión de que el tiempo fracturaba su ritmo natural. Ejecutaba los movimientos como observándolos desde el futuro, desde un punto en el cual las acciones ya habían concluído, las realizaba como un recuerdo". La manera en que está estructurada la novela es notable, con diversos puntos de vista, instancias y niveles narrativos que construyen un relato muy dinámico. La primera parte nos presenta al personaje principal, la situación precaria en la que se halla y su encuentro con Adriana, se intercalan además en esta sección fragmentos de un diario del protagonista que nos develan partes de su pasado y en el último capítulo se introduce también el relato de Adriana que cuenta la historia de su padre y que tiene un cierto carácter policial. La segunda parte corresponde a la historia que le da el título al libro y es narrada por el padre del protagonista a través de su hijo en estilo indirecto libre lo que le da mucha fluidez al texto. La tercera y última parte es la más breve de todas, nos ayuda a poner en perspectiva la secuencia temporal de la historia y contiene el sacrificio de un elemento simbólico y real que funciona también como ritual de pasaje. La novela concluye con un fragmento del diario que es emotivo y desgarrador porque nos muestra al protagonista antes de los sucesos que ya conocemos, viendo el futuro con inocencia y optimismo. Amo la literatura pero son pocas las páginas que han logrado erizarme los pelos de la emoción, eso es algo que suele sucederme más a menudo con la música o el cine que son artes más sensuales, la literatura en cambio es más intelectual pero esa última página y otros fragmentos lo consiguieron lo cual significa mucho para mí. Se ha hablado de las diferentes partes de la novela y de cómo una o algunas están mejor logradas que las otras, a mí me parece que todas lo están, una puede gustar o interpelar más que las demás pero cada una hace posible a la otra y son parte esencial del todo. Este libro nos habla de la fragilidad de nuestras vidas, de cómo ciertas decisiones que tomamos, lo que hagamos o no, puede tener un impacto decisivo en nuestra historia. Por todo eso recomiendo vivamente su lectura a quienes no la hayan leído aún, novela que ha sido reeditada, cuya segunda edición merece también agotarse y a la que le deseo varias más. "Austin, Texas 1979" es junto a "Al norte de los ríos del futuro" de Jerónimo Pimentel, lo mejor que he leído de literatura peruana en mucho tiempo y es una excelente muestra del buen momento que atraviesa la narrativa peruana actual aunque trasciende sus límites”.