Friday, March 7, 2014

ADELANTO DE AUSTIN, TEXAS 1979 EN REVISTA EL HABLADOR



El segundo adelanto de Austin, Texas 1979 apareció en febrero en El Hablador, la revista que codirijo hace una buena cantidad de años. No fue por supuesto iniciativa mía colgar un adelanto en una revista a la que pertenezco, lo que puede parecer un poco raro y al principio me hizo dudar. Sin embargo, mi buen amigo Francisco Izquierdo-Quea, codirector de la revista, además de magnifico escritor, me convenció de hacerlo. Y ahora me parece que la decisión fue muy buena: no solo por el cariño que le tengo a la revista, sino porque este fragmento es mi favorito de los tres que hasta ahora han aparecido.
 
Dejo aquí el enlace al texto completo, y debajo un fragmento-del- fragmento:
 
 
" ... A inicios de los setenta empezaron a circular los libros de Luis de la Puente Uceda, asesinado arriba, en las alturas de Mesa Pelada, y todos leíamos sus cartas y comentábamos que había muerto por un error conceptual. Muerto por un error conceptual, ¿entiendes? De la Puente había leído al Che Guevara y tal vez también a Regis Debray; era entonces un lector, esencialmente un lector, pero un lector que se equivocó, que leyó mal, que no supo interpretar, y por eso en lugar de dirigir la guerrilla como aconsejaba el canon, al menos el canon cubano, que era el que en ese momento se intentaba replicar, en lugar entonces de internarse con sus hombres, atacar en la oscuridad y después replegarse y desvanecerse, De la Puente se atrincheró en Mesa Pelada y allí murió acribillado por las balas del ejército. Un error de lectura que se paga con la muerte, ¿no es impresionante?, dijo mi padre, a mi lado, las papas fritas enfriándose entre los dedos. A mí me quedó dando vueltas esa idea del error conceptual, siguió él, esa idea de que uno puede morirse si no es capaz de leer bien, si no demuestra que es un buen lector, y de alguna manera sentí que esas conclusiones me llevaban a la filosofía, a la necesidad de pensar un poco más en abstracto en lugar de limitarse a escuchar llamados a la acción, llamados que por otro lado no se sabía con mucha claridad a qué estaba dirigidos. Y entonces empecé a leer filosofía mientras avanzaba mis estudios de Derecho, en mis ratos libres, mitad como pasatiempo y mitad con convicción, libros sueltos, sin plan, sin estructura que los organice, que leía de vez en cuando, en las noches, cuando tenía tiempo..."